martes, 9 de octubre de 2012

LA FLOR DEL BUSHIDO




-          Yet you don’t have to die here. (No tienes por que morir aquí.)
-          I should have died so many times before… (Debería haber muerto ya tantas veces.)
-          Now you live again. (Ahora estás vivo de nuevo.)
-          …Yes. (…Así es.)

   Hay momentos en los que tu propia mente te hace sentir estúpido. Escuchas risas resonando en cada rincón, llenándote de esa sensación tan corrosiva de ridiculez. Te hacen dudar de ti mismo, te hacen odiarte a ti mismo. Perfectamente comprendo esos momentos en los que las personas actúan de una forma que ni siquiera ellas mismas están convencidas de que son correctas. Perfectamente comprendo que no todo el mundo levante la voz entre tanto murmullo, puesto que entonces se hace el silencio mortal. Perfectamente comprendo que de miedo dar un paso al frente…; pero lo que no puedo aguantar es que repitáis esos comportamientos vomitivos por sistema, y que además intentéis que los demás lo hagan también por el mismo miedo. Lo que no puedo aguantar es que en lugar de hablar o callar, os suméis a los murmullos en contra de aquellos que no son como vosotros. Lo que no puedo aguantar es que en lugar de dar un paso adelante o quedaros donde estáis, deis un paso atrás empujando a cualquiera hacia adelante. No sólo os habéis convertido en ratas despreciables, sino que señaláis con el dedo tanto al que sigue a los demás como al que simplemente no sigue a nadie. Os habéis transformado en carcasas vacías, maniquís, marionetas, zombies que actúan sin pensar en ningún momento en lo que hacen. Tenéis miedo, pavor por ser los siguientes en la guillotina, terror por quedaros fuera de la muchedumbre, no vivís, no… no saboreáis las cosas y os engañáis a vosotros mismos diciéndoos “no tio pos como to el mundo”, o mi favorito el “hay cosas peores jajaja”, no tenéis ni conciencia ni voluntad, ni juicio ni honor. Os empezasteis a dormir y a bajar la guardia, y cuando os despertasteis dentro de toda esa puta mierda no tuvisteis cojones de salir. Yo jamás caeré en donde vosotros habéis caído, y si cayese desde luego no seguiría vuestra estela. Desde muy pequeño aprendí lo que era un ideal y lo que significaba. Desde muy pequeño comprendí que las emociones son la materia más valiosa del universo, y desde muy pequeño me abracé a ellas. El tiempo me dio las herramientas para moldearme mis ideales, la fuerza para nunca soltarlos y mantenerme siempre fiel a ellos, y por último el juicio objetivo para saber manejar las dos anteriores. No tenéis ninguno ni puta idea de lo que implican las palabras que pronunciáis día a día, no tenéis ni puta idea de lo que es amar a una persona, y no tenéis ni puta idea de lo que es ser de verdad fuerte.
  
   Hay algunas promesas a uno mismo que acarrean una maldición de tormento, como la de invertir una vida entera si es necesario en encontrar esa dulce y linda flor , rechazando y perdiendo cualquier interés en ninguna otra… Pero igual de cierto es que el momento en el que tocas con la punta de los dedos esa flor, vale todo el tiempo y el esfuerzo que hayas invertido en buscarla, sea cual sea. Y eso es algo que vosotros jamáis podréis experimentar, nunca sabréis lo que es una recompensa espiritual, nunca podréis perderos en los ojos de una persona tan profundamente, nunca podréis saber como es el momento en el que un beso es capaz de dejarte la mente en blanco por completo, dejando solo espacio al placer de beber después de pasar años recorriendo el desierto, porque nunca habéis llegado a SUFRIR realmente por algo. Nunca sabréis como es el mundo desde la cima de una montaña… Y me da igual cuanta… cultura de chichinabo os dediquéis a vender sobre gente que se cae y se vuelve a levantar, y sobre gente a la que le da la razón el tiempo; por mucho que os digáis a vosotros mismo y a los otros que vosotros sois distintos a los demás, en el fondo sabéis que no lo sois, porque al leer esto se puede sentir algo distinto a lo que habéis leído hasta ahora, habrá gente que diga “no eso es namas porque sabe hablar mucho mas que los demas!!”, pero vosotros sabéis que no son las palabras las que desprenden ese algo distinto, sino lo que hay detrás de ellas. No son tildes, sino ideas lo que hay entre estas líneas. Sabéis que estas letras desprenden un algo especial… y ese algo especial es la fragancia de la flor perfecta que una vez sostuve entre mis brazos… esa que llevo siempre enganchada en mi armadura, para recordarme por que sigo vistiéndola, para que el día en que vengáis a por mí, muera con el honor por el que lucho cada día de mi vida.

   Así que cuando retumbe la artillería enemiga, yo galoparé entre las balas de cañón mientras el suelo revienta. Así que cuando dude si reconocer algo a mi exterior o mantener las distancias, consultaré paciente y profundamente mi bushido interior. Así que cuando llegue el punto de no retorno, preferiré el frío abrazo de la muerte por mi propio acero, que el cálido mecer de vuestra mentira.

Podrán quebrar mis huesos, podrán quebrar mi felicidad, pero jamás podrán quebrar mi lealtad.

domingo, 8 de julio de 2012

THE WASTE (El desgaste/La ida al otro mundo)


La idea es no ceder, y espero no ceder nunca, pero a veces el desgaste que produce la sociedad...
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Una vez la quise, pero hace ya tantos años que prácticamente no lo recuerdo. Era un crío estúpido, y ahora ya soy un adolescente estúpido. El manto de nubes es tan espeso que apenas pasa luz, se proyecta un negro claro, una luz oscuro. Mis ojos la recorren desde allí en el barranco. Entre los tímidos matojos de secano y la arena rojiza, saboreo el último cypher que me queda, sentado serenamente sobre el capó del Ford Mustang azabache que me trajo. El viento me abraza pero sin apretarme, mece cariñosamente. El obstaculizamiento de las nubes obliga al coche a abrir los ojos y escupir dos haces de luz amarilla. Llevo toda la noche pensándomelo. Ella está allí, ajena a mi existencia, ajena a todo cuanto se haya a su alrededor, ignorando con la soberbia de aquel que se ve tan por encima del resto que ya ni siquiera ve el resto. Esa quemazón que tanto conozco sube del estómago hasta el pecho. La odio tanto. Doy la última calada intentando apagar el fuego en mis pulmones con verde. Inútil. Un par de segundos después oigo la puerta del conductor abrirse. Sabe que he tomado la decisión. Pisadas de traje hasta llegar a mi lado. Deja caer su impoluta presencia sobre el coche. Dos cuervos aletean hasta sus hombros, uno le trae un cigarrillo y el otro una cerilla que él enciende sin mas necesidad sin más necesidad que el deseo de hacerlo. Apaga la cerilla y se la entrega de nuevo al cuervo que se la trajo, el cual parte con ella en el pico mientras esta se regenera de su uso. Siempre usa la misma según parece. Sus excentricidades siempre me hicieron gracia. Expulsa el humo al mismo tiempo que yo tiro mi colilla. Otro cuervo se acerca esta vez a donde mi colilla ha caído, junto a un seto. La coge con el pico y tras dar un par de saltitos la deja caer algo más alejada del seto. Cuando se dispone a marcharse él clava su mirada en el ave. El cuervo se acerca de nuevo a la colilla y la cubre de arena con las alas. Me dispongo a hacer un chiste sobre la concienciación forestal pero reírme de él dada la causa me podía ser contraproducente al extremo. Me imagino que el tema de tener que minimizar su influencia en el entorno teniendo el poder que tiene, le debe de resultar… “molesto” y cuanto menos “delicado”, a la hora de hacer risas. La última vez que rompió las reglas le salió más caro de lo que jamás le hubiera cabido imaginar, aunque algo me dice que lo volvería a hacer tan solo por revivir este momento. Se despereza relajadamente, disfrutándolo. Deja el pitillo en los labios e introduce las manos en los bolsillos del pantalón de su traje. Con un breve acomodamiento descarado el silbato cae al suelo. Lo oigo caer pero no me doy prisa en recogerlo. Parece impacientarse pues me lo acerca con la punta del pie unos milímetros. Suspiro y lo recojo perezosamente. Lo sostengo entre los dedos curioso, está tallado en un áspero hueso impolutamente blanco. La cadenilla es de unos diminutos huesecillos sin tratar. Diría que son dedos de bebé.

-          Hm. – se me escapa.
-          ¿Digno de mí? – pregunta divertido.
-          Mmm… Sí. – respondo idem.
-          Satisfecho entonces. – sentencia desenfado.

Coloco el simplón instrumento entre mis labios. La observo un último instante a ella, la ciudad, como el asesino que mira a los ojos dejando el cañón descansar sobre la frente de su víctima, antes de apretar el gatillo. Lentamente me lleno los pulmones al igual que mi acompañante se llena de expectación. Cierro los ojos. “Good nite city”. Soplo con todas mis fuerzas. Un aullido mudo comienza. Noto como algo más que el aire de mi pecho abandona mi cuerpo por el silbato. Cuando ya he vaciado mi ser en el soplido, abro los ojos tras vacilar un par de segundos. La vuelvo a observar. “Ya está muerta.”. Dejo caer el silbato de mis labios y va a parar a mi mano izquierda. Él, con los ojos cerrados, disfruta el momento, repitiéndose para sí la música que acaba de escuchar. La reacción se hace de rogar unos segundos. Repentinamente, una batería de aullidos rompe el silencio. Silencio de nuevo. “Good… nite...”. Poco a poco el paisaje se puebla de oscuras siluetas. “…city”. Surcan los cielos y recorren el terreno rumbo a la ciudad. Enormes, diminutos, grotescamente obsesos, siniestramente desnutridos, alados, pertrechados de enormes filos oxidados, con garras, con pezuñas. Una horrible variedad solo posible entre esas filas marchaba rumbo al asfalto. Él sonríe viendo marchar a sus chicos, yo simplemente contemplo la escena sin desagrado. En cierto modo me siento al fin aliviado. De su chaqueta saca otro blunt ya encendido que entre la sorpresa y la pasividad coloco entre mis labios. Ambos lumbre en boca y dedos cruzados admirando.

-          Que completito… - observo.
-          Vaya, me alegro.

Sus palabras me producen un pequeño extrañamiento que ni me molesto en manifestar.

-          Lo digo porque funciona como el cielo, cada uno lo ve de una forma. – explica.
-          Entiendo… efecto opuesto al cielo ¿No?
-          Exacto.

Registro con la mirada. “…Hombre si van a por ti…pero no me resultan desagradables…”

-          Pequeña prueba de por que estás donde estás. – incide.

Nuestra trivialidad frente a algo tan épico se ve interrumpida por la llegada de un enorme corcel negro de ojos rojos brillantes. Tiendo el silbato a su dueño para que pueda marchar a pasear entre la destrucción. Él niega con la cabeza brevemente, lo coge de mi mano y me lo cuelga del cuello. Dos familiares palmadas en la espalda. La inquietud llama a mis puertas.

-          Solo eres mi camarada, no mi sucesor. – me tranquiliza.

Respiro aliviado.

-          Esto solo puedo hacerlo yo y venga ya, me encanta mi trabajo.

Me arranca una risilla.

-          Hombre al fin sonríes. Es su fin del mundo, no el nuestro. – expone.
-          Eso es verdad.
-          Caminaremos. – explica mientras le hace un gesto al corcel para que se retire. – Vamos, sé que tú tampoco quieres perdértelo mi monstruoso amigo.
-          Me gustaría poder verlo todo desde el principio. – admito.
-          Y desde dentro ¿Cierto? Sin problema.

La sinfonía de lamentos, risas psicóticas, gruñidos y etc. se detiene en seco al acabar sus palabras.

- Rabiaran hasta consumirse pero así será más interesante aún. Cuando tu decidas reanudamos.

Paseamos sin prisa charlando mientras nuestras voces se pierden carretera abajo.
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jueves, 7 de junio de 2012

SKIES' SPEECH (El discurso de los cielos)

     ¿Alguna vez te has parado bajo la lluvia? Bajo el agua cayendo armoniosamente sobre ti. Sintiendo cada gota salir de las nubes y acabar dejándose ir en tu piel, en tu pelo, en tu ropa. La lluvia es la explicación más sutil de la belleza del mecanismo de supervivencia del planeta. Me recuerda que sólo soy un alguien en un donde, en un cuando, por un porque. Puedo hacer con mi vida lo que quiera. Hay kilómetros y kilómetros de superficie. El planeta es algo tan espectacularmente gigante, antes o después puedo conseguir lo que me proponga… La hierba crece porque llueve, las nubes dan de comer al verde del planeta, y el verde del planeta nos da de una forma u otra de comer a todos. Desaparecen los miedos, los complejos, las angustias. Solo el sonido de la lluvia en una tarde de domingo. No lucha contra el tráfico, contra los gritos de la gente. Sólo se escucha el discurso de los cielos calmando los temores del que sepa entenderlo. Hay tantas cosas en este mundo, y sin embargo necesitamos tan pocas. Solo comida, bebida, a ese alguien, y cinco sentidos para disfrutar del regalo de la existencia. La lluvia del domingo borra de mi mente el asfalto, la soledad, la angustia, la frustración… limpia de mi toda la basura urbanita que me hace esclavo y me transporta junto con los chamanes sioux de Dakota, junto con los hippies de los años 60… Con todos aquellos que sabían interpretarla y que quedaron para siempre ligados a la idea de vida. El diseño de los más altos modistas, arquitectos o directores de cine jamás podrá hacer intento de competir con la belleza de Gaia. Ella nos cuida a todos nosotros de forma rutinaria. Ella lo es todo, el verde, los animales, el terreno, el aire, las nubes. Y es ley de vida que no vivimos para siempre, porque Gaia sabe que debe ser así. La muerte es algo natural, llegue antes o llegue después, nunca nadie ha muerto porque sí, nunca nadie ha caído al suelo seco sin ningún tipo de defecto, problema o percance, todo tiene una causa por aleatoria que sea. Todo tiene un motivo de ocurrir, y la lluvia nos lo explica, nos explica que el planeta no sobrevive por egoísmo, nos explica que no podemos ser nosotros quien mate al planeta, porque el planeta tiene el valor suficiente como para deber existir el máximo posible de tiempo. Es una obra de arte en la que cada milímetro de materia esta diseñado y colocado en el momento y en el lugar perfecto para que la vida sea posible de forma perenne. No sé si Dios existe, nadie lo sabe por mucho que elucubren, pero poniéndome en el caso de que el exista, y tratándolo lingüísticamente como hombre al igual que podría tratarlo de mujer, tratándolo como singular al igual que podría tratarlo de plural, sé que a él no le importa si pienso que existe o no. Él ha creado la mayor obra maestra jamás existente para que vivamos en ella, el mejor trabajo que ha existido, existe y existirá por siempre en todas las disciplinas conocidas por el ser humano. Él me ha regalado el arte total, y sé que el no quiere que pierda el tiempo preguntándome si él existe o no, porque el que crea arte es un artista, y lo que quiere es que yo disfrute de su obra, que experimente todo aquello que él me ha dado capacidad para experimentar, que viva la vida. Y así podría estarlo haciendo por siempre, quisiera que la lluvia durase hasta que no pudiese mantener la consciencia. Quisiera pasar todo el tiempo posible allí, en la azotea de aquel edificio saboreando como la energía de la vida se abre como el capullo de una rosa al unir nuestros labios, al acariciar su cuerpo, al abrazar sus caderas bajo la lluvia. No sé que pasará cuando muera, si la energía de mi Yo se liberará para adentrarse en otro cascarón hasta el día del armageddon, el día en el que acabará todo para volver a empezar una vez más por siempre; o si quizás vaya a un “cielo” desde donde observe la vida de los vivos cuando me apetezca. No sé que pasará, pero sé que el placer infinito no existe, que para que exista placer tiene que haber dolor, que para que haya alegría tiene que haber tristeza, que para que haya euforia tiene que haber rabia. Sé que para que exista algo bueno, tiene que haber algo malo, porque sino no podríamos percibir ninguno de los dos ni un poco, y así es como vivo yo mi vida, no sé donde iré, pero sé que quizás no tenga la capacidad de degustar aquello que tenga, sé que no será ni mejor ni peor que esta vida, porque esta vida es lo peor y lo mejor que puede haber, y ahora que lo sé, me paro bajo la lluvia para poder paladearlo. ¿Alguna vez te has parado bajo la lluvia?

lunes, 28 de mayo de 2012

AND I THROW IT TO THE PILE... (Y la echo al montón...)

It's been so long. No sé a quien se lo digo... pero bueno... Tengo pensando sacar una serie de textos de índole introspectiva, ahí va the first one. Bon appetite.
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http://www.youtube.com/watch?v=8Aaqe78_NxY
     Grisáceo… Difuminado… Espeso… Sucio… Da vueltas… Igual que algunos domingos por la mañana tardo unos segundos en percatarme de que existo en el mundo de nuevo. La confusión deja en espera la rabia serena por despertarme de nuevo. Estoy tumbado boca arriba en algún tipo de… ni siquiera puedo pensar. Veo todo borroso y dando vueltas. Siento el peso de un colocón mal encajado. El mareo me hace mover la cabeza a los lados lentamente, las sombras danzan, me duelen los ojos, dejo mi mirada caer abatida a la derecha. Aguardo unos segundos entre parpadeos intensos. Finalmente consigo preguntarme que pasa. Unas polvorientas barras de acero se dejan entrever tras un resquebrajado hormigón en una columna gris. Todo el espacio en el que me encuentro sigue la misma temática. Alzo la cabeza sobre mi pecho para ver a lo largo. Es un sitio amplio. Hay varios huecos cuadrados en las paredes, pero ningún cristal que hable de ventanas. Dejo mi cabeza caer lentamente sobre el hormigón polvoriento. Siento en mi cuerpo y en mi cerebro el deterioro puro y duro. Cierro los ojos. Me tomo unos segundos para indagar el como y el porque de la situación. Intento rehacer mis pasos desde la noche anterior, o hasta al menos unos minutos antes… Error 404, página no encontrada. Solo recuerdo flashes de agonía vomitando en un baño de alguna parte. Respiro e intento recomponerme auqneu sea mínimamente. Me da igual el motivo de mi estancia allí, aunque estuviese vistiendo un traje de chaleco y corbata de aspecto realmente caro, era evidente que las cosas (las que quiera que fuesen) me habían ido mal, así que decido abandonar lo que parece ese edificio abandonado. Me incorporo lenta y azarosamente. Mi espalda grita. Debo haber estado allí durante bastante tiempo. Sufro un leve vahído. Me tomo unos segundos antes de tratar de ponerme en pie. Sé que no va a ser divertido. Me sustento sobre las rodillas y las manos, siento la debilidad en mis extremidades, pero tras un resoplido trato de ponerme en pie. Un nuevo desfallecimiento de mis sentidos trata de tirarme a plomo de vuelta al suelo, consigo tambalearme con la inercia hasta una columna donde dejar caer mi peso. Las piernas tardan un poco en responderme, cuando finalmente siento el riego sanguíneo volver, cargo el peso en ellas poco a poco. Empiezo a sentir náuseas, más intensas que las habituales, no se deben al problema de hígado. Deduzco que son las réplicas de ese poco que recuerdo. Me siento sin energías. Noto un frío abrasador por todo el cuerpo. Aparece el hormigueo que desde pequeño conozco tan bien y me apresuro a apoyarme en un rincón para no caer de nuevo. Mi estómago se vacía de la forma violenta que lo caracteriza. La bilis quema mi garganta y ocupa mi olfato por completo. Tomo unos segundos antes de intentar nada para estabilizarme. Escupo varias veces, veo que llevo un pañuelo morado decorativo en la solapa, lo cojo, me limpio la boca y la nariz, lo dejo en el charco. Una vez estoy seguro de que no queda nada más por expulsar, me pongo en marcha lentamente. Me llevo las manos al vientre. No mejora en nada mi estado físico, pero acostumbro a hacerlo desde que empecé a conocer mis inclemencias digestivas de pequeño, me hace sentir algo mejor. Me dirijo torpemente a la salida de aquel lugar, me encontraba en el piso más alto de aquel lúgubre monumento al olvido y aquel pedazo de hormigón me parecía más extenso de lo que ya de por sí era.
     No he recorrido ni la mitad de la estancia cuando siento el estómago hacer uno de esos perfectos nudos decoupeage* que solo él sabe hacer, me encojo y acabo apoyándome sobre una mano, clavando las rodillas en el suelo. Un sordo pitido se coordinada con un nublamiento de mi vista, esos achaques ya escapaban a los habituales. El pitido tarda poco tiempo en disiparse, pero la ceguera persiste. Vuelvo a erguirme cautelosamente, sin quitar los ojos del suelo para conservar el equilibrio. Mientras trato de recuperar la poca compostura que tenía, comienzo a oír unos susurros a mi alrededor… Unos susurros acercándose… acercándose muy rápido. Alzo la cabeza inquieto. Calma y silencio reinan ahora. Me reprocho la versemblanza con la que he percibido esa alucinación y trato de reanudar mi camino, pero en cuanto doy un paso vuelven los ecos, esta vez retumban con fuerza a mi espalda. Suenan como varias voces distorsionadas profiriendo alaridos, rezos, amenazas, súplicas… es la banda sonora del sótano del ser humano. Los susurros comienzan a envolverme acompañados de un aire frío y me alteran hasta el punto de requerir unos segundos de preparación antes de buscar respuestas tras de mí. Vacío los pulmones, siento los latidos de mi corazón en el pecho, vuelvo a ver de forma nítida, mis dolencias desaparecen disimuladamente, reúno todo el ridículo coraje cazafantasmas que puedo, respiro hondo y me vuelvo lanzando un puñetazo a ciegas, al aire. Y efectivamente. Lanzo un puñetazo al aire. Calma y silencio de nuevo. Siento un escalofrío por todo el cuerpo, mi imaginación no suele urdir ataques tan consistentes contra su anfitrión. Antes de que pueda comprender o buscar explicación a nada, algo puntea mi hombro un par de veces. Siento como mi cuerpo se congela y se incinera al mismo tiempo, un golpe de rigidez me clava como una estaca al suelo. Oscura y lúgubre, una pequeña chica de mi edad ataviada con un look emo-gótico se revela ante mí. Pelo largo negro extra-alisado que oculta parcialmente la sombra de ojos desparramada formando unas raíces oscuras en un rostro que parece reprime emociones. Camiseta de manga corta unida a unas mangas de guante por finas cadenas, falda oscura raída de estilo rococó sobre medias largas y unas grandes botas militares con punteras y suela de borde metálicos por el exterior imitando el diseño canvas de chuck taylor. Toda la indumentaria aderezada por una mixtura de jirones y desgastes la hacían digna de figurar como ilustración en cualquier diccionario. Me agarra por la muñeca antes de que pueda siquiera procesar su aparición y me lleva tras ella. Al ser del sexo opuesto y más baja que yo, trato de soltarme con un simple tirón, pero apenas consigo agitarla un poco. Forcejeo de forma sorprendentemente inútil mientras me arrastra con pasividad. Sopesada la absurda fuerza de mi captora, opto por agarrarme a la columna más cercana, pero ella sigue caminando indiferente a mis actos, o no le importa partirme en dos pedazos o sabe que me soltaré, así que sigue caminando inexorable hasta obligarme a soltar el hormigón. Como último recurso trato de usar la violencia. Ella se detiene automáticamente y agarra mi puño con precisión matemática. Exprime mi puño hasta hacerme clavar la rodilla. Se acerca a un palmo de mí y en sus ojos ahora apenados puedo leer un “no me hagas esto más difícil”. Tengo la sensación de estar tratando con alguien que me conoce de largo y que en realidad guarda cierta preocupación o interés por mí. Afloja el cepo que tiene por mano derecha al tiempo que suelta apaciblemente mi zurda. Echa a andar y yo la sigo sin perder el combo de miedo e intriga. Me lleva escaleras abajo. Por el camino nos cruzamos con algunos… desechos de ser humano que pasean sin rumbo, cabizbajos, llenos de polvo, apenas se molestan en tornar los ojos un poco para indagar que sucede a su alrededor a nuestro paso. Tienen aspecto enfermizo, su piel es de un color gris oscura, su ropa está desgastada como si la portasen con ellos cientos de años, y tienen por todo el cuerpo marcadas las venas de sus sitema sanguíneo en tonalidades de azul oscuro, morado y negro. Todos sostienen un farol con un candil dentro. Mi guía forzada me conduce hasta el primer piso del edificio. Cuanto más avanzamos más recuerdo. Allí hay decenas de estos espectros, mirando por las ventanas a la oscuridad, deambulando, no hablan entre ellos, tan solo susurran mientras parecen buscar algo en la negrura exterior. La autoproclamada edecán me indica que no me mueva del pie de la escalera, y se pierde entre los muertos en vida… Dejándome abandonado en mitad del congreso de muertos vivientes. No siento deseos de echar a correr, me empiezo a sentir… cómodo en aquel réquiem cadavérico de sombras, me resulta… hospitalario...  ((http://www.youtube.com/watch?v=TEfzzQ4DBEE&feature=player_embedded)))  Algo me hace sentir seguro de que no hay nada que me suponga una amenaza a evitar, tengo la sensación de ser alguien importante allí de hecho. Mientras ojeo a los vagantes que pasan a mis lados, veo como uno de los grises decide arrastrar los pies por la puerta que conduce fuera del edificio. No tengo explicación a ello, pero sé lo que va a ocurrir. Me desplazo unos metros para tener ángulo suficiente como para seguir a aquel tipo, y cuando lo consigo, veo su cuerpo tirado en el suelo en un charco de sangre negra a tres pasos de la puerta. Cinco chicos de 7-9 años rebuscan en sus bolsillos junto a tuberías, palos y objetos similares. En cuanto perciben que los estoy observando me devuelven la mirada fijamente, lentamente se apartan del cuerpo y recogen sus herramientas de nuevo, sin apartar sus brillantes ojos carmesí de mí. El que parece ser el líder emite un rugido tan grave que puedo sentir la vibración del sonido en los pies, esa voz procede del infierno. A su señal todos se lanzan en dirección a mí, pero chocan con algo invisible al tratar de cruzar el marco al interior. Furiosos aúllan mientras lanzan golpes a diestro y siniestro contra la barrera invisible que nos separa. Sé que aunque yo pueda ir fuera, ellos no pueden venir dentro. Me acerco con parsimonia a la puerta, cesan en su ataque chacal. El líder se adelanta a todos y se pega tanto como puede al muro imperceptible, Me encorvo y coloco mi cara de 4cm. de distancia de la suya, jadea como un animal enajenado y en sus ojos gritan el ansia y la rabia sin fin del homicida sin control. Vuelve a rugir lo más fuerte que puede y trata de alcanzarme desbocado esta vez con sus propias manos. A pesar de causarse a si mismo heridas por la brutalidad de sus embestidas, su insistencia no flaquea. Me resulta macabramente entretenido. Sin previo aviso aparece la belleza fantasmagórica de nuevo, parece enfadada conmigo, pero antes de nada se dirige directamente hacia los iracundos monstruitos. Atraviesa la barrera y se enfrenta a ellos sin vacilar. Los demonios retroceden entre alaridos al más puro estilo alimaña. Uno de ellos se lanza contra la chica que permanece de pie impasible. Cae fulminado al suelo sin que ella mueva un dedo. La manada se silencia y opta por retirarse lentamente hacia la oscuridad de la que salieron, el líder vacila unos segundos, me observa y gruñe como el lobo que graba en la mente una presa pérdida a por la que volverá tarde o temprano. La intocable vuelve dentro y me transmite su enfado con la mirada. Sé como comportarme. Bajo la cabeza en señal de disculpa al suelo y sin más dilación me conduce entre las almas perdidas hasta un ostentoso sillón de cuero junto a una chimenea de fuego azul y verde. Tomo asiento en mi trono junto a otros como yo. Visten ropas antiguas, al igual que parte de la población del lugar, ni me ven, ni me oyen, pero saben que estoy, estuve y estaré allí, lo que indica que son más antiguos allí que yo. Uno de los distinguidos caballeros me acerca una copa del aromático vino que allí se cría. Doy unas gracias que el no percibe, no obstante el devuelve una gentileza seguro de que yo he cumplido la caballerosidad. La panda lee apaciblemente, charla, o simplemente disfruta del círculo de sabiduría, caballerosidad, y saber hacer en el que se encuentran. Tras dar un leve sorbo al único vino que me resulta agradable, desvío la mirada por una de los pelados huecos destinados a ser ventanas. Se distinguen luces danzando en el espesor azabache del exterior. Se trata de la luz que desprenden ellas, las pequeñas hadas, o los ángeles cotidianos, como nosotros solíamos llamarlas. Eran las únicas capaces de entrar en el club de los olvidados, curar las patías de un residente, y sacarlo de allí con una cierta seguridad. La atracción principal del lúgubre resort, siempre nos había parecido fascinante como alguien tan cotidiano, como podía ser la vecina de abajo, la compañera de clase de tu amigo, o incluso esa chica simpática del chat, podía albergar algo tan grandioso, tan poderoso, algo que la hiciese tan incalculablemente valiosa. La luz era algo capaz de purificar el más abyecto de los horripilantes agujeros dentro del corazón de un hombre. La luz lo podía todo, podía llevar a alguien a través del planeta en su busca, podía convertir lo inconcebible en un perfectamente posible desafío a todo lo establecido. La luz lo era todo, y la única forma que teníamos de alcanzarla era pasar allí el tiempo, conviviendo con el sótano del ser humano cada día de nuestras vidas. Estuvimos dispuestos a hacerlo, y seguíamos dispuestos a continuar allí el tiempo necesario. Habían días que sólo queríamos correr fuera de la puerta, o pedirle un final rápido a la que me había conducido hasta allí, pero para eso estábamos allí juntos: para mantenernos con vida hasta que llegase nuestra luz. Mis pasionarios pensamientos se vieron interrumpidos una vez más por la servil de apariencia infausta. Esta vez me tendía un sobre lacrado. Y tal y como hacía cada vez que me entregaba una carta, se acercaba a mí y me rozaba su nariz, agarrando con tanta fuerza las solapas de la americana que le temblaban las manos y apretaba los dientes. Ella me deseaba desde hace tiempo. La veto de mis pensamientos y me centro en la carta. Inspecciono el sello de cera morada. Sé quien la manda antes de abrirla. Sé que hay escrito en el papel, también sé que está escrito de tinta morada, es el color que más le gusta para escribir. No puedo no abrirla a pesar de ello.
   Exasperante, ¿Cierto? Malvives esperando a esa chica que no conoces, y la única a la que atraes resulta que es la muerte... Desternillante. Bueno, me ciño al tema que nos concierne:
     ¿Qué haces? ¿Qué se supone que intentas mi leal? ¿De verdad crees que eres realmente capaz de hacer algo? Ni puedes ni podrás hacer nada, simplemente porque eres tú. Estás diseñado para vivir así, en un crisol de lágrimas, odio, miedo, desesperación… en fin que te voy a contar, ¿No? Es lo que tú eres, eres parte de nosotros, eres parte de la oscuridad, es inútil cuanto intentes huir de las sombras. Es tu naturaleza, chico. Cuanto más luches, más tardaras en ser tragado, sí, pero en cuanto la negrura te alcance, Y CRÉEME QUE TE ALCANZARÁ, te hundirás hasta el fondo… Sí… Tocarás con la frente el punto más hondo de la tragedia que vive en ti, y entonces la desgracia que vive en tu corazón estallará y te consumirá. Hasta el último palmo de tu ser será engullido. Te diría que te lo digo por tu bien, para que dejes la fútil lucha que llevas por bandera en la intimidad, pero en realidad creo que te lo digo porque… es divertido… O quizás si que te lo digo por tu bien. En realidad no lo sé ni yo. Curioso. Aunque realidad resulta algo obvio, tú no lo sabes, y yo soy parte de ti, o tú eres parte de mí. Llámalo y búscale el motivo que quieras, es absolutamente irrelevante puesto que, no recuerdas cuando nací, percibes y deduces como o por que nací, pero no tengo una fecha concreta, la cuestión es que da igual cuando empecé, porque nunca… JAMÁS… acabaré. ¿Y sabes cuál es la parte chistosa de todo esto? Que la única forma de ganarme es matándome, y mientras tú sigas vivo, yo seguiré vivo: la única solución es matarte. Oh, dios mío, suicidio, el remedio infalible, mi punto débil. Es la única forma de derrotarme… o quizás es justo lo contrario. Mi misión es matarte según parece, y la única forma que tienes de vencerme, es matándote. Atormentador, ¿no es cierto? La única forma de derrotarme es que tu pierdas, y la única forma de que tu venzas es mi victoria. Es ingeniosamente agónico. Conociéndonos de hace tanto tiempo, me aventuro a decir que sólo eres tan productivo y tan efectivamente ingenioso cuando se trata de sabotearte a ti mismo. Y eso nos lleva a lo primero que he mencionado: Autodestrucción, lo que mejor se te da y lo que menos se te conoce. Venga, reconócelo, en cierto modo tiene gracia ver las impresiones de la gente a enterarse de este tipo de cositas de ti. Es como el escandalizar de los hippies, pero en versión dismal. Esas caritas diciendo “Joder... ¿Qué le pasa a ese tio?”. Aunque por otra parte, también sabes que tiene su parte irritante. Ya lo creo que lo sabes. Todos se preguntan que te puede haber pasado para sentirte así ahora, pero ninguno piensa que quizás su propio comportamiento tenga el efecto de la sal sobre un corte fresco. Porque todos se dedican a decir que “No es justo S:”, que “la vida es una mierda :(”, que “No pueden más ;(“, pero ninguno de ellos me ha conocido aún; hay alguno que sí que ha asomado la cabeza a mi morada, pero ninguno ha hablado jamás conmigo. Huelga decir que ninguno ha pasado conmigo nunca tanto tiempo como tú, amigo mío. Acostumbrados a una vida fácil, tranquila, creen que una depresión es el espacio de tiempo entre una relación y otra, o sentir la presión del deber en la nuca mientras intentan seguir con su ridículo sucedáneo de vida basado en ir de fin de semana en fin de semana haciendo lo que les da la gana. Y entonces llega el punto deprimente, cuando escribes esas palabras y estás preparado para recibir embestidas de todas partes, resulta que todo el mundo llega con un “pos ya bes ;D”, dándote a entender que piensan que están en el mismo bando que tú, y por lo tanto, que esas palabras de coraje intelectual no van dirigidos a ellos. Irritantemente demoledor. De algún sitio entonces viene esa otra parte de ti, que no sé que coño hace ni que coño busca conseguir, que te dice “Tranquilo, asimila esa tristeza y déjala ir, escúchame, ten fe en la gente, puede que la mayoría sea justo lo que parece, pero eh, mira, algunos levantan la cabeza, sé que parece que son más de lo mismo tratando de jugar a ser diferentes, pero quizás sí que lo son, sé que has sufrido por mi culpa, pero he de pedirte que te expongas y te arriesgues una vez más, recuerda la filosofía, sentir es la clave de la vida. Sé fuerte y vuelve a la cancha.”. Y no sé por que, quizás no seas tan listo como pienso, pero la escuchas y sigues sus instrucciones. Obviamente… bueno, quizás te resulte insultante que me parezca obvio… pero a mi me lo parece, así que: Obviamente te llevas el revés que has ido buscando, y así una y otra y otra y otra vez… ¡Y voila! Una vez más despiertas aquí, en tu segunda casa, en mi dulce morada. Así que vuelvo al motivo de todo esto: Deja ya de esperar a alguien que nunca va a llegar, esa gente esta esperando a su luz, a que llegue su dulce luciérnaga, a que entre aquí, le pase el brazo sobre el cuello, y les saque de aquí. Bueno, que te voy a contar, te conoces esto igual de bien que yo. Pero parece que no quieres aceptar que tú no tienes un ángel por ahí fuera compadre. A ti no te puede sacar de aquí ninguna de esas destelleante, y no te esperes que ninguna de mis clientes te saque de aquí, porque aquí negativo más negativo no da positivo, ya lo sabes. Tendría que aparecer alguien como tú, una… mestiza… mitad abismo, mitad cielo… y sabemos que eso no va a ocurrir jamás. En un mundo en el que todos esos clones tratan de ser diferentes y especiales, TÚ, has acabado por ser el único en tu especie. También resulta irónico eso ¿eh?, tienes lo que todos buscan pero sabes que nadie busca lo que tú tienes en realidad. Como ya te he dicho, querido, me encanta tenerte por aquí, tu sola presencia me divierte para una buena temporadita, me das fuerzas para seguir existiendo. Y es que como ya te he dicho, MIENTAS TÚ VIVAS, YO VIVIRÉ CONTIGO.
Atentamente, TÚ.
     Siento como toda la tinta ha entrado ya por mis muñecas y se ha instalado en mi corazón. La descarga me deja para el arrastre, la muerte me observa hecha un ovillo en un sofá tras el sillón de uno de los gentiles. Pone su vinilo favorito en el gramófono que tiene al lado sin levantarse. Noto la expectación en sus ojos y el ansia en la forma de morderse el labio inferior. Está deseando que le pida un baile. Niego con la cabeza serenamente. Desesperanzada primero, furiosa después, se levanta de un salto del sofá, con un chasqueo hace aparecer en una nube de humo negro su reluciente guadaña, la cual apoya en el hombro mientras se marcha por la puerta a hacer lo que mejor saber hacer un día más. Suspiro, vuelvo a meter la carta en el sobre y la echo al montón. Me sé la canción del tocadiscos nota per nota.

martes, 10 de enero de 2012

THE BELOVED PHANTOM EXPRESS (El Expreso Amado Fantasma)

  Bueno, siguiente texto, este es el último que he escrito, y creo que es de los que mejor me han salido hasta la fecha. Mientras escribía caí en la cuenta de que la música siempre potenciaba todo lo que ocurría en mi vida, y pensé "¿y por qué no pruebo a ver si pasa lo mismo con el resto de la gente?", así que en este texto he incorporado unas pocas canciones a modo de ambientación para los hechos descritos, mi consejo es que los reproduzcáis a medida que vayáis avanzando el texto (con paciencia, no os faltara canción, y si os falta, a nadie le mata un replay). Bon appetit ;D


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   Y un dia te encuentras en casa de un amigo a las dos menos cuarto de la madrugada, pensando en esa ex, la que no ves desde hace  mas de 3 años… mientras que tu amigo se ha quedado dormido en el sofá, y piensas que demonios te puede pasar por dentro para poder haberte quedado añorando a esa dulce zorra que  rajó tu alma hasta que el sueño venza a tu camarada. Pero es irrelevante en el momento, terminas de autocompadecerte y piensas lo que harás: te levantas, intentas agitar el sofá lo menos posible, apagas la televisión y te deslizas felínamente hasta llegar a la puerta, la cual averiguas desgraciadamente solo cierra de golpe de pestillo, lástima, hiciste lo que pudiste, cierras provocando el menor impacto posible y desfilas en pos del ascensor, tienes frío, capucha mientras los cables de acero suben la cabina, se abren las puertas, que no me pare la policía, me sabe la boca a yerba todavía y he olvidado la cartera, desfilas cruzándote con innombrables indescriptibles seres nocturnos de todos los colores, tamaños y formas, llegas a casa, entras al rellano y llamas al ascensor, es muy tarde ya, no sientes necesidad de resoplar como síntoma del descanso de malas caras y miradas insultantes que supone cortar el contacto visual con el resto de la sociedad, entras en el ascensor, tu cabeza va tan rápido autosugestionándote de que estás bien para evitar sospechas paternales que en tu pecho solo sientes un murmullo, pasas a casa, saludas a ella, vas a la cocina, saludas a el, bebes agua, vas al salón, saludas a la perra mayor que siempre aguarda impaciente pero con templanza tu llegada, luciendo serenidad pero ansia ante tu entrada, recuerdas mientras aceptas la bienvenida emocional del animal lo bueno que resulta tener un ser puro en cariño en casa (igual que siempre),  sientas en el sofá, respondes las dos o tres preguntas rutinarias de ella, el otro el no se encuentra en los confines del territorio familiar, el ordenador se encuentra libre, dudas unos segundos, y finalmente optas por sentarte un rato ante la pantalla y bajo los cascos, abres los dos tuentis como siempre, chequeas el  facebook por si hay algún suceso importante y…nada, como siempre; te encuentras unos segundos en el limbo antes de encontrar la canción que te apetece escuchar… y la encuentras:

MADRID PIMPS – RULANDO LAS CALLES


   Te relajas, tu mente disminuye la velocidad hasta alcanzar una velocidad de crucero, a medida que bajan las revoluciones en tu cabeza comienzas a apreciar cada vez mas ese murmuro de tu pecho hasta poder escuchar a ese volumen ensordecedor el llanto de tu corazón, que en otra situación de crisis más toma el control prácticamente absoluto de todo tu ser, decide suspirar y abrir el Word, últimamente se ha convertido en su nueva metadona, dejando el dibujo olvidado una vez más a pesar de los esfuerzos de su a veces rival a veces compañera la mente por retomar las viejas artes con objetivo de un futuro próspero, comienza a escribir haciendo grandes pausas, gasta dos veces la misma canción pero al final decide cambiar:

MITSURUGY – INMORTAL

   Se dispone a continuar, la tinta fluye hoy con tranquilidad y sin esfuerzo, los dedos se encuentran un poco torpes y cometen numerosas faltas de ortografía que lo retrasan notablemente,  aunque no de una forma significativa, puesto que no se encuentra en ningún tipo de atolladero temporal… y entonces es cuando siente haber cantado victoria tan pronto: ve que ese “eraseunavezunhermanoaunordenadorpegado” entra por la puerta, dando fin a una noche prometedora literaria y emocionalmente, y posponiéndola hasta la mañana siguiente la cual es esperada por el autor con incertidumbre sea igual de fluida que la actual madrugada.

   Y vuelta al ruedo a la una y cuarto del mediodía, el corazón se agacha en un rincón llevándose consigo todo su ser y volviendo a ser de nuevo en además de motor el conductor de tu yo completo, pero una vez más no puedes continuar y debes abandonarte a la suerte en el mar emocional que supone esperar otra inspiración en el momento oportuno.

   Intentas retomar, fracasas.

   Intentas retomar, fracasas.

   Y finalmente hoy se encuentra más sensitivo y con voluntad, así que se decide a continuar su relato al son de la versión extendida de

SWEDISH HOUSE MAFIA

   Y totalmente decidido, decide contar ese sueño tan peculiar que le hizo despertar entre nauseas…

   Estoy en el vagón de un tren, un compartimento privado concretamente, un compartimento privado de un tren bastante lujoso a decir verdad, miro a mi alrededor y veo ribetes y adornos de tipo art nouveau, el vaivén del que seguramente se llamase “Palabraelegante Express” agita mi cuerpo de un lado a otro suave y agradablemente. Me encuentro sentado placenteramente en mitad de un ancho asiento de cuero adosado a la pared como antaño frente a una mesa, sobre mi cabeza veo unos estantes de rejilla en los que se encuentra un par de bolsas negras, una con el logotipo de Eckö Unltd. y la otra con el sello Grimey: de mi propiedad supongo. Miro a mis manos que visten algunos anillos de plata sin ningún tipo de pensamiento en la cabeza, simplemente me abandono al sonido de la maquinaria del tren, en honor a una infancia en la que cualquier sonido grave continuo resulta somnífero, el traqueteo de las vías hace que mis energías me abandonen y acurruque la cabeza sobre los brazos cruzados, que sujetan una pequeña maleta de mano negra que pasa a ser la perfecta almohada, y poco a poco, me invade el más reparador de los sueños, dejándome total y absolutamente fuera de combate por un buen rato…

   Abro los ojos y encojo todo mi cuerpo como acto involuntario, admiro la puerta del compartimento unos segundos, simplemente disfrutando del bienestar en el que me encuentro, miro por el ojo de buey de la puerta y veo que aún es de día, pero no puedo admirar el paisaje, así que giro la cabeza y ante mi se abre todo un espléndido paisaje: me encuentro, bueno, el tren se encuentra justamente sobre un puente o una especie de tramo abierto, paralelo al tren se puede ver un acueducto a unos trescientos metros, bajo el se haya una cuenca llena de cantos rodados y de piedras grisáceas, blancas y negras a los lados de un riachuelo cristalino, la postal se encuentra presidida por un cielo despejado a pesar de alguna pequeña nube adornando la atmósfera. Suspiro arropado por el buen momento y me pregunto cuanto tiempo he estado durmiendo, antes había un bosque de pinos y troncos caídos en mitad de la nieve, levanto un brazo y coloco la muñeca ante mis ojos, antes de estirar la manga para poder ojear el reloj que supongo llevaría una dulce joven voz femenina suena a menos de un metro de mi:

-          -Apenas has dormido veinte minutos…

   Produzco un sonido incomprensible en respuesta y cierro los ojos dejando caer la mano contra la mesa bruscamente. Tardo un par de segundos en darme cuenta de que alguien me ha hablado y de que la voz provenía de las doce en punto. Me recompongo en el asiento, miro al frente y mi cerebro tarda un par de segundos en identificar y corroborar quien es la emisora.

-          -Yo llevo aquí apenas diez minutos.

LIFE BURNS

   Es…es…es ella…dios mío santo es ella…¿Qué hace en…De dónde…Por qué…?...¿Cuánto tiempo hace que no nos vemos? Soy incapaz de pensar con completa claridad. Soy incapaz de pensar con claridad. Soy incapaz de pensar. Su simple presencia colapsa de arriba abajo todo mi cuerpo, se me corta la respiración, mi cuerpo se congela en una tensión extrema, mis ojos no pueden creer lo que veo, mi voz tan solo produce golpes de voz involuntarios causados por la tensión de mis cuerdas vocales, mi boca abierta atestigua el surtido de colapsos físico-mentales que sufro. Ella está más espectacular aún de lo que la recuerdo, ella también ha crecido y ganado aún más exteriormente de lo que ya tenía. Sus ojos se achican en ver mi reacción tiernamente, al igual que tiernamente sus labios perfectos dibujan una sonrisa benevolente. Extiende los brazos volcando todo el cuerpo hacia adelante y guarda una de mis manos entre las suyas, dándole calor e impregnándola de su dulzura. Mis ojos siguen sus manos y quedo un par de segundos encandilado por su perfume y su tacto… Pero pronto me hago consciente de la situación: cierro la boca y frunzo el ceño, aparto mi mano bruscamente de forma instintiva, la fulmino con la mirada y su gesto cambia, ahora parece asustada, pero pronto su gesto cambia a apenado, su mirada se refugia entre sus manos bajo la mesa, sabe lo que pasa y sabía que iba a pasar. No tengo palabras que decirle, no me sale ninguna, simplemente la indignación de que aparezca con esa simpleza ante mi sin más me quema por dentro, no tengo palabras pero tengo dudas, dudas que antes ansiaba saber, pero ahora, en tan solo unos segundos, no me importan, siento un terrible odio y resentimiento por ella, un bloqueo producido por un visionado de vertiginosa velocidad de cada uno de los días que pasé con ella, por ella y sin ella, comienzo a notar un dolor en el estómago y mi enfado se transforma en un apagamiento a regañadientes que me deja con la única opción de esperar y observar como se desenvuelven los hechos.

-          -Yo… No sé que decir…
-          -


   Permanecemos al menos un minuto entero sin movernos un ápice. Yo simplemente espero, ella simplemente piensa.

-          -Lo siento… - lamenta cerrando los ojos y dejando caer una cristalina lágrima.

   Noto como mi cuerpo completo sufre un latido terrible. Ese golpe me hace perder cualquier tipo de enfado o de rabia, el estómago me duele a horrores, se me hace un nudo en la garganta, me pica la piel, tengo calor, estoy incómodo, me siento envuelto en fuego fatuo.

-          -Lo siento… – repite para si misma.

   Esto agrava mi estado con otro latido más, me siento incómodo en mi piel, comienzo a sudar, me cuesta respirar, tengo que salir de allí, me pongo en pie y abro la puerta del compartimento a trompicones. Me dirijo fuera y noto que las piernas me fallan, me dejo caer contra una pared y noto una arcada subiendo por mi sistema digestivo, miro al frente y veo una especie de papelera adosada a las paredes del vagón en un r incón, me dirijo presurosamente hacia ella, retiro la tapa de seguridad y vacío dentro mi estómago con gran estridencia. Doy un par de descargas más, quedo en posición unos segundos y noto mi cuerpo débil, liviano, vacuo... Me deslizo lentamente por la pared de listones de madera hasta llegar a la moqueta roja del suelo, todo da vueltas, no tengo fuerzas ni para aguantarme esa lágrima de confusa angustia que ahora ya resbala por mi mejilla, cuando alzo el rostro la veo a ella con cara de circunstancia asomada desde la puerta del compartimento. Bajan los párpados lentamente. Oscuro. Suben, se dirige hacia aquí, bajan. Oscuro. Suben, estoy de pie, pese a la diferencia de envergadura me apoya en ella, bajan. Oscuro. Suben, estoy tumbado en el largo asiento del compartimento, bajan. Oscuro. Suben, veo como me observa desde arriba, mi cabeza apoyada en sus piernas juntas, acaricia mi cara lentamente con un propósito de cariño y un motivo de culpabilidad, alargo el brazo costosamente, comprende, agarra mi mano y la lleva hasta su rostros, donde la presiona afectuosamente, me rindo al veneno de tan delicada vampiresa, bajan. Oscuro... noto una lágrima en mi mano... su piel es tan suave, cálida y dulce...
Suben.
Techo blanco y lámpara. Entre sábanas y perras. Mi habitación.
Buenos días.

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sábado, 7 de enero de 2012

THAT LONELY STAR IN THE SKY (Esa estrella solitaria en el cielo)

Bueno, el primer texto que subo al blog, esperemos que no sea el último, este texto es de hace bastante tiempo, por el aquel entonces...bueno, ¿Quién no ha sentido al amor imposible golpearle? Ahí os lo dejo, bon appetit.
NOTA: la conversación que aparece es una reconstrucción, no es del todo exacta.

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A decir verdad, quitando la incalculable pérdida de música, de información y sobretodo de vosotros, estimados lectores, estimados amigos y amigas, me alegro de la muerte de mi ordenador, estoy escribiendo a mano y me gusta muchísimo más que ir directamente a WORD, lo siento un tanto más... cálido quizás, aun teniendo una velocidad mucho más baja de redacción, produzco mucho más; el último texto que habéis leído es solo la mitad de la mitad de la mitad de lo que he escrito en dos días: es increíble (la verdad es que no sé mucho como partirlos, del folio al tablón es raro). Me reporta mucho más entretenimiento el bolígrafo que el teclado, prefiero escribir a mano…
Y así lo hago ahora, a las 5:31 a.m. en el balcón de casa, mirando y admirando… ¿El qué? TODO, el cielo, la ciudad, el progresivo azulado de la casa, a mi mismo… No puedo dormir, y todo por la estúpida estrella…


Eran alrededor de las cuatro me parece recordar, verano, no hay instituto, igual que siempre no tiene ni idea de cuanto la amo… Estábamos teniendo una de esas maravillosas conversaciones que van de 2 a 6 y pico de la madrugada que hacían que el cansancio no existiese y que todo lo demás perdiese notablemente importancia, sabía que me gritarían cuando se despertasen y que empezarían con todo ese rollo de "está loco..." o alomejor optaban por algo un poco más "niño tonto este...", pero daba igual, era el precio a pagar por compartir mis minutos con ella justo antes de los anaranjados matices de un nuevo amanecer, y me parecía una puñeteramente ridícula ganga.


+“oye, asomate al balcon i veras que ai una estrella en el cielo :)”
-“voy d:”
+“=3”
-“la veo”
+“ps ke sepas ke esa es mi estrella u.u”
-“no me digas xD primera noticia”
-“smpre stá en verano, solo esa, kasi todas las noxes, la veo smpre ai brillando sola
m ncanta”
+“no me había dao cuenta nunca”
-“ps ya lo sabes u.u kada vez ke veas esa estrella acuerdate de mi =D”
+“no necesito ninguna estrella para cordarme de ti :)”
-“:b (L)”


Esa noche volvimos a ver el amanecer juntos, ella en su casa y yo en la mía, pero estábamos juntos, acostados el uno al lado del otro en otro plano, mirando al cielo.
Me distraen de mi nostalgia romanticista los gorriones que viven a lo largo de mi calle, anidan en los árboles del parque y en los recovecos del cableado eléctrico de los bajos, se despiertan y empiezan a gritar y a parlotear a coros, volando apenas a 2m. de mi cara en el balcón, realizando piruetas imposibles, picados, giros, loopings incluso, es maravilloso ver las acrobacias que realizan para después volver al nido entre cables, y así constantemente, cortando el aire bajo las farolas… farolas implacables, el ayuntamiento es consciente de que sitio es este, de los seres que buscan la oscuridad, y de lo que ocurre cuando la encuentran, y por ello toda la calle se ve amarilla, una iluminación perfecta, sin huecos, manchando la noche permitiendo deambular a borrachos sabiendo donde ponen los pies, haciendo que en realidad el chaleco reflectante de ese chico negro que pasa en bici a las 6 por aquí, sea una mera legalidad, me pregunto hacia donde irá, lo veo absolutamente todos los días, incluso hoy Sábado, a veces lo veo con dos amigos de tez oscura también, llevan mochila, siempre, y siempre ríen, supongo que irán a trabajar, felices de poder trabajar, mucho más consecuentes que la mayoría, que aunque con mayor desgana, también rueda hacia su puesto, veo cada vez más coches... vivir al lado de una avenida que da a un puente que corta con una carretera de doble carril en ambos sentidos te proporciona un perfecto asiento para ver como las hormiguitas parten al trabajo inexorables, la verdad, me encanta la naturaleza, pero soy un urbanita al fin y al cabo: no me duermo si no oigo coches ir y venir, me encanta recorrer las calles de madrugada y me parece en cierto modo precioso ver como se enciende el mecanismo, como se mueven los engranajes de forma perfecta, cada diente  de cada engranaje encaja con cada diente de forma matemática, por y para el hormiguero… ¿No somos acaso solo eso? Un inmenso hormiguero iluminado hasta los topes en mitad de la noche, bajo la atenta mirada de una singular y preciosa estrella… Esté donde esté… Sabe donde estoy yo, que estoy mirando esa estrella… Y yo sé que sea desde donde sea… ella también la está mirando.


Gracias por leer, seguid el blog y comentad el texto de forma constructiva.