¿Alguna vez te has parado bajo la lluvia? Bajo el agua cayendo
armoniosamente sobre ti. Sintiendo cada gota salir de las nubes y acabar
dejándose ir en tu piel, en tu pelo, en tu ropa. La lluvia es la
explicación más sutil de la belleza del mecanismo de supervivencia del
planeta. Me recuerda que sólo soy un alguien en un donde, en un cuando,
por un porque. Puedo hacer con mi vida lo que quiera. Hay kilómetros y
kilómetros de superficie. El planeta es algo tan espectacularmente
gigante, antes o después puedo conseguir lo que me proponga… La hierba
crece porque llueve, las nubes dan de comer al verde del planeta, y el
verde del planeta nos da de una forma u otra de comer a todos.
Desaparecen los miedos, los complejos, las angustias. Solo el sonido de
la lluvia en una tarde de domingo. No lucha contra el tráfico, contra
los gritos de la gente. Sólo se escucha el discurso de los cielos
calmando los temores del que sepa entenderlo. Hay tantas cosas en este
mundo, y sin embargo necesitamos tan pocas. Solo comida, bebida, a ese
alguien, y cinco sentidos para disfrutar del regalo de la existencia. La
lluvia del domingo borra de mi mente el asfalto, la soledad, la
angustia, la frustración… limpia de mi toda la basura urbanita que me
hace esclavo y me transporta junto con los chamanes sioux de Dakota,
junto con los hippies de los años 60… Con todos aquellos que sabían
interpretarla y que quedaron para siempre ligados a la idea de vida. El
diseño de los más altos modistas, arquitectos o directores de cine jamás
podrá hacer intento de competir con la belleza de Gaia. Ella nos cuida a
todos nosotros de forma rutinaria. Ella lo es todo, el verde, los
animales, el terreno, el aire, las nubes. Y es ley de vida que no
vivimos para siempre, porque Gaia sabe que debe ser así. La muerte es
algo natural, llegue antes o llegue después, nunca nadie ha muerto
porque sí, nunca nadie ha caído al suelo seco sin ningún tipo de
defecto, problema o percance, todo tiene una causa por aleatoria que
sea. Todo tiene un motivo de ocurrir, y la lluvia nos lo explica, nos
explica que el planeta no sobrevive por egoísmo, nos explica que no
podemos ser nosotros quien mate al planeta, porque el planeta tiene el
valor suficiente como para deber existir el máximo posible de tiempo. Es
una obra de arte en la que cada milímetro de materia esta diseñado y
colocado en el momento y en el lugar perfecto para que la vida sea
posible de forma perenne. No sé si Dios existe, nadie lo sabe por mucho
que elucubren, pero poniéndome en el caso de que el exista, y tratándolo
lingüísticamente como hombre al igual que podría tratarlo de mujer,
tratándolo como singular al igual que podría tratarlo de plural, sé que a
él no le importa si pienso que existe o no. Él ha creado la mayor obra
maestra jamás existente para que vivamos en ella, el mejor trabajo que
ha existido, existe y existirá por siempre en todas las disciplinas
conocidas por el ser humano. Él me ha regalado el arte total, y sé que
el no quiere que pierda el tiempo preguntándome si él existe o no,
porque el que crea arte es un artista, y lo que quiere es que yo
disfrute de su obra, que experimente todo aquello que él me ha dado
capacidad para experimentar, que viva la vida. Y así podría estarlo
haciendo por siempre, quisiera que la lluvia durase hasta que no pudiese
mantener la consciencia. Quisiera pasar todo el tiempo posible allí, en
la azotea de aquel edificio saboreando como la energía de la vida se
abre como el capullo de una rosa al unir nuestros labios, al acariciar
su cuerpo, al abrazar sus caderas bajo la lluvia. No sé que pasará
cuando muera, si la energía de mi Yo se liberará para adentrarse en otro
cascarón hasta el día del armageddon, el día en el que acabará todo
para volver a empezar una vez más por siempre; o si quizás vaya a un
“cielo” desde donde observe la vida de los vivos cuando me apetezca. No
sé que pasará, pero sé que el placer infinito no existe, que para que
exista placer tiene que haber dolor, que para que haya alegría tiene que
haber tristeza, que para que haya euforia tiene que haber rabia. Sé que
para que exista algo bueno, tiene que haber algo malo, porque sino no
podríamos percibir ninguno de los dos ni un poco, y así es como vivo yo
mi vida, no sé donde iré, pero sé que quizás no tenga la capacidad de
degustar aquello que tenga, sé que no será ni mejor ni peor que esta
vida, porque esta vida es lo peor y lo mejor que puede haber, y ahora
que lo sé, me paro bajo la lluvia para poder paladearlo. ¿Alguna vez te
has parado bajo la lluvia?